Las mujeres afganas viven un infierno tras dos años del regreso de los talibanes.
Por Edgardo Pinell
Comentario previo de Osvaldo Buscaya
a) {Las mujeres afganas viven un infierno tras dos años del regreso de los talibanes}
Pues, es el pensamiento expresado en el discurso transexual ecuménico perverso patriarcal, lo que lleva en si el sometimiento o el sometimiento es privativo de lo expresado, que el pensamiento ha hallado en el discurso transexual ecuménico perverso patriarcal. Un pensamiento puede ser expresado por medio de diferentes formas verbales o palabras, que todas ellas lo reproduzcan con igual fidelidad. Quiere decir, que la acogida de lo femenino, por el varón, se presentaría hasta benevolente, en la simulación del transexual ecuménico perverso patriarcado; esto es, de aquella naturaleza poco corriente o “extraña” en los opresores. Sin embargo, no alteraremos en nada este sentido, de sometimiento, dando al pensamiento otra forma que quizá se adapta más a la benevolencia del transexual ecuménico perverso patriarca, en su trato a la mujer, aunque claro es que sólo en la medida en que esto es posible a un transexual ecuménico perverso patriarca. “La benevolencia de un transexual ecuménico perverso patriarca es siempre algo dudosa para la mujer que es objeto de ella”, añadiría yo. Las palabras constituyen un “elemento” de enorme maleabilidad, que llegan a perder totalmente su primitiva significación cuando el patriarcado las emplea en un determinado contexto, cómo también cuando son empleadas en más de un sentido despojándolas de su primitiva significación. La irresoluble perversión y ambigüedad sexual del varón genera las aberraciones del instinto sexual con relación a lo femenino y de sus fines. El transexual ecuménico perverso patriarcado nos impone la hipótesis de que la disposición de la conducta patriarcal es norma primitiva y general del instinto sexual humano, partiendo de la cual se desarrolla como conducta normal sexual, el sometimiento pasivo de la mujer.
Desde la imposición de la Inquisición al Siglo XXI, el feminismo debe derrotar total y absolutamente al transexual ecuménico perverso patriarcado, irresoluble ambiguo sexual que satisface su sadismo, sobre la mujer considerada como mero objeto de uso, en el abuso, la violación, la pedofilia, el feminicidio.
La irresoluble perversión y ambigüedad sexual del varón, responde a lo emergente de asociaciones originadas en las fases oral, sádico anal y fálica; un curso inevitable que la civilización patriarcal no está dispuesta a alterar. El complejo de castración predomina guiando al varón desde la horda primordial, donde la “rebelión”, habría trasladado el poder a la “comunidad”, pero de los machos. Éste juego “democrático” se justifica y está basado en el acatamiento a la ley del “padre”; macho primordial. En éste “balbuceo”, sobre una situación milenaria de sometimiento patriarcal, el feminismo, que deberá tomar el poder sobre el varón, nos presenta un lineamiento positivo en el sentido de la vital y absoluta claridad de contemplar lo esencial de la fase oral, sádica anal y fálica en la educación del infante. Educación bajo el control absoluto de la mujer.
Un penoso “conflicto” que la mujer padecería sería; ¿Cómo admitir que el patriarcado es el padre, el hermano, el compañero, el dirigente, el ecuménico, etc., y que en esta regla no habría excepción?
Señalo en mi Ciencia de lo femenino (Femeninologia) cuanto tenemos que aprender, sobre la estructura de la relación de la mujer con la verdad como causa, en la imposición del transexual ecuménico genocida perverso patriarcado incluso en las primeras decisiones de la simiesca horda primitiva.
El sentido y la verdad del feminismo (la mujer) es la derrota del varón; perverso irresoluble y ambiguo sexual
“El feminismo es única y absolutamente la mujer”
Un travesti o un trans; no es una mujer
El discurso de la acción femeninológica, de mi ciencia de lo femenino (Femeninologia), expone al varón frente a aquello que ha silenciado en el pasado; el fundamento agresivo que encubre con su hipócrita moral y ética patriarcal, que se demuestran insostenibles en el presente.
Buenos Aires
Argentina
16 de agosto de 2023
Osvaldo V. Buscaya (1939)
Psicoanalítico (Freud)
*Femeninología
*Ciencia de lo femenino
Afganistán Las mujeres afganas viven un infierno tras dos años del regreso de los talibanes Los talibanes han asfixiado todos los aspectos de las vidas de las mujeres en lo que expertos de la ONU sostienen equivale a un «apartheid de género» La lucha de las mujeres afganas contra los talibanes: «Su violencia nos ha hecho más fuertes» Edgardo Pinell 15/08/2023 Un auténtico viaje al pasado han sufrido las mujeres de Afganistán tras la caída de Kabul en manos de los talibanes y la apresurada salida de Estados Unidos y las fuerzas occidentales.
Las decepcionantes y lapidarias palabras del presidente de EE.UU., Joe Biden, fueron un reconocimiento del fracaso en Afganistán y un presagio del futuro que les deparaba a sus habitantes; «El objetivo del despliegue [militar] nunca fue construir una nación democrática, sino luchar contra el terrorismo», sentenció aquel agosto de 2021 el presidente estadounidense. Desde aquel momento, las niñas y mujeres afganas quedaron excluidas de derechos básicos como la educación. La primera de las medidas que retrocedería Afganistán a la era del primer régimen talibán de 1996 a 2001 llegó cuando permitieron a los niños y adolescentes volver a las clases de educación secundaria, excluyendo a las mujeres con la promesa de permitírselo una vez se adaptasen los contenidos a la sharia o ley islámica. La medida acabó extendiéndose el pasado diciembre a la educación universitaria, y por el camino se sumaron otras, como la de no poder trabajar en organismos no gubernamentales , la segregación por sexos, o la más reciente, cuando ordenaron la semana pasada el despido de aquellas que acudan sin velo a sus puestos de trabajo. Con el depuesto Gobierno, que duró casi dos décadas con el apoyo de EE.UU. y la ONU, las niñas constituían el 39 % de los 10 millones de estudiantes matriculados en las escuelas afganas y las mujeres representaban alrededor del 28 % de los empleados del gobierno, pero bajo el régimen talibán, las mujeres quedaron excluidas de las escuelas y de gran parte del mercado laboral. «Las mujeres afganas están pasando actualmente por las condiciones más difíciles e insoportables», indicó a Efe una extrabajadora del Ministerio de Justicia que, tras la vuelta al poder de los talibanes, se convirtió en una activista proderechos, Zarlasht Mayar. |
Friba, un mujer afgana residente en la zona de Asadullahi de la provincia de ParwanAFP
Por su parte, Taranom Seyedi, directora de la Red de Participación Política de Mujeres Afganas señaló a Efe que la situación de las mujeres no parece que vaya a cambiar hasta que los talibanes se deshagan de su percepción de las mujeres «como fuentes de pecado y corrupción».
Pequeños oasis en el sector privado
Arezo Osmani, de 30 años, le contó a Afp que se sintió «aterrorizada y triste» cuando los talibanes regresaron al poder, con la promesa de imponer una interpretación estricta del islam.
No salí de mi cuarto durante 10 días, pensé que todo iba a acabarse para mí, y que era lo mismo para todos los afganosArezo OsmaniJoven afgana
Unos meses antes de la caída de Kabul, en febrero de 2021, Osmani había inaugurado su negocio de fabricación de compresas reutilizables. La empresaria, que llegó a emplear a 80 mujeres, decidió cerrar su empresa debido a la incertidumbre que se instaló en el país tras el retorno de los talibanes.
Pero dos meses después, reabrió el negocio. El sector privado es uno de los pocos lugares en los que «las mujeres podían trabajar», explica Osmani.
«Lentamente, nos fuimos acostumbrando a las condiciones y por suerte, como somos una empresa y trabajamos en el sector de la salud, pudimos seguir con nuestro trabajo, me siento bien ahora», confiesa la joven empresaria.
La prohibición de que las mujeres afganas trabajen para asociaciones extranjeras golpeó duramente el negocio de Osmani, ya que sus principales clientes eran mujeres extranjeras. Ahora, ya sólo emplea a 35 personas, menos de la mitad de las que tenía cuando los talibanes regresaron al poder.
«De momento, no tenemos ni contrato, ni comprador (...) si no podemos vender compresas, será difícil continuar, pero intentamos mantenernos en pie», añadió esta joven madre de dos hijos.
EL DEBATE
Fundado en 1910